jueves, 26 de diciembre de 2013

Héroes y villanos. La administración como salvación



Se cuenta el pecado pero no el pecador. Pues lo mismo pero al revés: contamos el milagro, pero no el héroe. Este relato, basado en hecos reales, es un trayecto de indagación y sinrazón por los entresijos de la Administración es lo que nos trae la historia de uno de los trabajos más duros de Xedega, en el que no nos dejamos intimidar por los mitos más oscuros sobre la burocracia, le concedimos el beneficio de la duda y nos sorprendimos con su faceta más humana. 



No hace mucho tiempo una empresa entró en el procedimiento judicial conocido como Concurso de Acreedores. Para el relato, el Administrador concursal, nuestro villano particular, emprende el proceso de liquidación como el robot de una cadena de montaje y somete a subasta todo el inmovilizado de la empresa en cuestión.
Por su parte, 11 trabajadores contaban con los dedos de las manos sus últimos días de trabajo y a falta de otra alternativa, conscientes de su experiencia, decidieron ponerse en contacto con la Xunta para formar una cooperativa, ya que “nos suena que cuando una empresa se disuelve, los trabajadores suelen formar cooperativas”. Primer batacazo. Es agosto y la Xunta está bajo mínimos, pero los ponen en contacto con una asesoría de las Rías Baixas. Sobrepasados de trabajo y faltos de personal, los remiten a Xedega (“ahí siempre trabajan”) y empieza la odisea. 

Lo primero, estar decididos. Siete de los 11 ex trabajadores pidieron una capitalización del paro para hacer una oferta por todo el patrimonio de la empresa y así continuar con su labor. Pero el Administrador lo tenía muy claro. Vender al mejor postor. Recuperar todo cuanto pudiera al mayor precio posible y la oferta de los trabajadores (la cuarta parte del precio de partida) no hacía siquiera frente a una oferta extranjera por cuatro máquinas. Como representante de la justicia, el abogado tenía todas las papeletas para solucionar el problema como más le beneficiara.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Es el momento de refrescarse

Ducha fría para las empresas



Casi un año después de que la UE levantara el veto de importar conservas de atún desde Tailandia, las empresas gallegas del sector siguen reclamando a los responsables de este organismo que se aplace la medida, como ya había ocurrido en el año 2008. Por aquel entonces se les concedió la prórroga a causa de la gestación de una crisis que, para este caso en particular, supondría un paréntesis en el que poder mejorar sus infraestructuras y así hacer frente a la supresión de aranceles que viene de entrar en vigor. 

Pero cinco años no fueron suficientes para que las conserveras se decidieran a dejar el agua caliente de una ducha larga y demasiado cómoda. Ahora, de pronto, se agotó el gasóleo de la caldera y el impacto se vuelve mucho más brusco.

Por eso, de acuerdo con cardiólogos o incluso dermatólogos, desde Xedega insistimos en los beneficios de una ducha de agua fría de vez en cuando, tanto mejor si es por voluntad propia que forzados por las circunstancias. Abrirse a otras opciones, escuchar nuevas formas de pensar, contemplar el futuro como una oportunidad más que como una carga… Todas estas sensaciones, esa agua templada que ponga la piel de gallina, harán en primer lugar que, como organismo, la empresa se sienta viva. Y, en segundo, que empiece a ser capaz de calibrar las reacciones que pueda experimentar cuando el agua salga todavía más fría, cuando las condiciones del mercado la obliguen a cambiar o no le quede más remedio que hacerlo para asentar las bases de un futuro que potencia cada día sus posibilidades.